Esta carrera siempre la había tenido como una carrera que debía de hacer, fuese cuando fuese, pero tenía que hacerla. Sin embargo, 13 km creía que no sería para tanto, lo subestimé, cualquier vídeo, fotografía que puedas ver no puede representar lo que yo viví este domingo en el Pedraforca.
Hoy tengo tantas agujetas como cuando hice el maratón de la Vall del Congost después de 42 km de montaña con 6000 m de desnivel acumulado.
Cuando en una de las curvas de la carretera que nos llevaba a Saldes apareció el Pedraforca, aluciné. Majestuosa piedra en medio de un bosque de montañas verdes. Y allí la Tartera en medio esperando a que 300 locos coronasen el punto más alto para tirarse por ella, y cuando digo tirarse es literal.
Se da la salida a las 9:00 en punto, empiezo con mucha tranquilidad más de lo que estoy acostumbrado y me encuentro metido en varios embudos hasta que empieza a estirarse el pelotón. A Vicente lo perdí en la salida, ya no sabía si estaba por detrás o por delante. Los primeros 5 km nada que fuese diferente a otras carreras de montaña.
Atravesamos una carretera, y a partir de aquí había que tener mucha concentración porque habían muchas raíces, y cualquier tropezón podría ser fatal. Llegué a odiar las raíces.
Empezamos a cruzarnos con pedruscos intercambiando con senderos repletos de raíces. Cuando quise darme cuenta ya estaba grimpando, al principio habían muchas piedras sueltas, pero poco a poco empezamos con solamente roca, helada como un témpano y mis dedos dormidos. Mientras grimpaba por la roca hubo varias veces que miré hacia atrás (do not look backward) y sentí una espécie de pánico porque iba directo a la boca del lobo. Miedo, terror, ... que sensación, pero en el fondo me gustaba. Cuando coroné el punto más alto, me dije por fin se acabó grimpar, pero ahora había que grimpar hacía abajo, un tramo super técnico antes de empezar con la tartera.
Después de acabar la bajada técnica empieza un sendero pero con mucha pendiente que te hace coger velocidad peligrosa. Cuando empieza la tartera, no tardo ni un segundo y me voy al suelo de culo y avanzo varios metros. No aguantaba ni dos segundos de pie y volvía a ir al suelo, y así una y otra vez hasta que empecé a cogerle el truco, amorré el cuerpo hacia atrás e iba levantando los pies que se me hundian justo por encima de los tobillos. Se me quedó grabada una imagen de los corredores ocupando todo el ancho de la tartera, nos divertíamos como niños jugando en el tobogan de la plaza. Pero aquí no acaba todo, cuando se acaba la tartera empieza los senderos con gran desnivel todavía y que sensaciones más raras tenía en los cuadríceps, yo quería pero mis cuadríceps no, mis piernas no respondían a lo que yo les mandaba.
Poco a poco fui entrando en senderos y pistas con menos desnivel hasta "aterrizar" en Saldes con un tiempo de 2h31'33".
Allí ya estaba el águila del Pedraforca esperándome con un vaso de coca-cola en la mano...Después del bocata, anunciaron mi dorsal por megafonía con un dorsal premiado con un portabidón SALOMON.